Buena crisis: hacia un mundo postmaterialista
Crisis viene del griego krinein (decidir, distinguir, escoger), raíz también de crítica y criterio. Durante las crisis resulta decisivo saber usar nuestro mejor criterio. Krisis es la palabra que usaba Hipócrates para señalar el momento decisivo en el curso de una enfermedad, cuando la situación súbitamente mejora o empeora. Esta acepción médica es el único sentido que crisis tuvo en latín y en la mayoría de lenguas europeas hasta principios del siglo XVII, y sigue siendo el primero que da el Diccionario de la Real Academia Española (el sentido político de crisis surge después, al aplicar metafóricamente al cuerpo social lo que era propio del cuerpo humano).
Comprados juntos habitualmente
Información del producto
Durante siglos se ha hablado con toda naturalidad de la buena crisis que conduce a la curación del enfermo. En su sentido original una crisis es una oportunidad de curación. En nuestro caso el enfermo es el sistema: nuestra crisis global es, por tanto, una oportunidad de sanar un sistema obsoleto, cuyas patologías hasta ahora habían quedado enmascaradas por la bonanza económica y los espejismos del consumo.
Los años venideros están llamados a ser un rito de paso para humanidad y la Tierra, un tiempo crucial en el largo caminar de la evolución humana. Podemos imaginar que participaremos en transformaciones radicales y muy diversas, en amaneceres sorprendentes y crepúsculos intensos, y que el colapso de las estructuras materiales e ideológicas con las que habíamos intentado dominar el mundo abrirá espacios para la aparición de nuevas formas de plenitud.
En este rito e paso del final de la modernidad una mala crisis nos conduciría a extender la sed de control, la colonización de la naturaleza y de los demás y nuestro propio desarraigo. Una buena crisis, en cambio, nos conducirá a un mundo postmaterialista, en el que una economía reintegrada en los ciclos naturales está el servicio de las personas y de la sociedad, en el que la existencia gire en torno al crear y celebrar en vez del competir y consumir, y en el que la conciencia humana no se vea como un epifenómeno de un mundo inerte, sino como un atributo esencial de una realidad viva e inteligente en la que participamos a fondo. Si en nuestro rito de paso conseguimos avanzar hacia una sociedad más sana, sabia y ecológica y hacia un mundo más lleno de sentido, habremos vivido una buena crisis. Buena crisis y buena suerte.
Jordi Pigem
Opiniones del producto